viernes, 7 de agosto de 2015

La Historia de Blacky por Noé


Este día comparto la historia de Blacky, tal como la redacto mi papá. Las relaciones que construimos y como nos encargamos que pasen a la historia.




 “BLACKY” EL UNICO.
 En razón  de haberle prometido a nuestro hijo Noé José de 10 años, la compra de una mascota, un perro, y después de haber buscado y escogido a través de publicaciones de internet, se decidió que el perro debería ser un Labrador;  y comenzamos a buscarlo a través de clasificados de los periódicos sin encontrarlo. Fue en Octubre de 2002 cuando estaba poniendo combustible en una gasolinería cerca de la casa, que se presentó un joven con dos cachorritos negros , manifestando que los estaba vendiendo  y que eran de raza Labrador, se me encendió el foco, y le dije que me esperara que iría a traer a mi hijo para que los viera y que escogeríamos uno, de los cuales yo ya tenía uno seleccionado , sin embargo esperaría lo que Noé José decidiera.  Cabalmente,  al llevar a mi hijo y a su mamá Gise, fue prácticamente decisión familiar de comprarlo. Lo llevamos a la casa y se le bautizó con el nombre de  “Blacky” por su color.
El perrito , como todos , resultó juguetón y travieso, y a los pocos meses ocurrió uno de los eventos que lo ivan a calificar como de cuidado. Al abrir el portón de la casa para sacar el automóvil, no nos dimos cuenta y Blacky salió a la calle, caminando a la orilla de la misma, yéndose al fondo  en una alcantarilla cercana de aproximadamente  3 metros de profundidad. De repente no lo vimos y comenzamos a buscarlo, finalmente se oyeron sus gemidos al fondo de la alcantarilla. Con la ayuda de otra persona levantamos la reja de hierro de la alcantarilla , y bajé por la escalera que tiene  la alcantarilla hasta el fondo donde estaba Blacky. Había tenido suerte ya que era verano y no corría agua, y había caído en un  colchón de hojas resultando ileso. Creo que desde entonces, al ser yo la persona que lo rescató de su caída surgió una relación especial, ya que los animales tienen un don especial de reconocer, quizá más que las personas, a quien los atiende o los ayuda.
Blacky creció y llegó a la edad  en que deben de probar sus dientes con todo aquello que  se les ocurra. Como lo dejábamos dormir en el garaje, de repente un día encontré restos de  hule de alambres, los cuales resultaron ser parte de los de mi carro que había roído desde abajo del motor . Después siguieron los adornos de hule que el carro tenía a los lados y la   “ cola de pato” del mismo, por lo que tuve que retirarlos completamente .

 Blacky creció y al crecer nos dimos cuenta que no era un Labrador  en toda la extensión de la palabra, ya que tenía  pelo más largo en el cuerpo y en la cola, cuando los labradores, tienen un pelo bien corto y son más bajos de estatura.  Se nos dijo en la veterinaria que podía tener parte de un pastor belga, por su cabeza grande y cuadrada y llegó a un peso de cerca de 50 libras , un perro grande.
Habiendo crecido, mi hijo lo sacaba a caminar y  a que lo viera jugar pelota con sus amigos, al parque de nuestra colonia. Blacky no dejaba nunca de ladrar al verlos jugar,  al  igual que en otras circunstancias, como por el ruido de una motocicleta, a los truenos, a los gatos, etc. por eso  al perro le quedó el mote que era  ” Ladrador” en vez de labrador. Desde entonces quedó encantado con el parque y no perdía ocasión, cuando abríamos el portón de la casa, que en un descuido salía hecho un ” cohete “ hacia el parque. Y allí iniciaba su recorrido de todas las veces: hueler y husmear cada planta y arbusto y marcar su territorio.
Se pasó el tiempo y no pudimos cruzarlo para tener descendencia, cuando acordamos ya no se podía. En fín,  Blacky resultó ser el único con sus propias características.
En una ocasión mi madre se encontraba sola en casa y en un descuido se salió Blacky a la calle y comenzó a corretear a un gato; lo seguía alrededor de los vehículos donde se refugiaba y no dejaba de ladrar, eso ocurrió aproximadamente en unos 10 minutos y mi madre preocupada porque no se imaginaba la forma de volver entrar al gran animal a la casa. Pero se le ocurrió una buena idea, ya el perro estaba un poco tranquilo afuera en la calle , ella abrió la puerta del portón y adentro empezó a imitar al gato:” miau, miau, miauuu!. Al oír Blacky, inmediatamente entró a la casa a buscar al gato, en ese momento mi madre cerró la puerta y ya quedó dentro de la casa. El gran Blacky había sido engañado.
Y así transcurrió una larga vida para Blacky a la par de nuestro hijo, 13 años,  habiendo llegado al año de su partida : 2015.  En Enero de este año, una mañana lo encontramos acostado, sin levantarse, ni moverse. Había vomitados dos veces y defecado y no tenía movilidad específicamente en las patas traseras. Lo llevamos con urgencia al Doctor, quien nos dijo que probablemente había tenido un derrame cerebral o un mini ataque cardíaco. Se le dio tratamiento, medicamentos, suero, vitaminas, etc. Pasó como tres días sin ladrar, increíble; pero después volvió a su habitual práctica, alegrándonos en ese momento de volver a oír su  ladrido. El Doctor recomendó sacarlo a caminar todos los días. Al inicio le costaba un poco caminar y tenía la cabeza un poco torcida, pero al poco tiempo, Blacky se recuperó bastante, logrando movilizar las dos patas traseras, una menos que la otra, pero a Marzo, ya estaba prácticamente normal haciendo lo de siempre.

 Todabía en el mes de Julio hizo su última travesura: al pasarlo del garaje al patio, cuando pasó por la sala cogió de una mesita,  con la boca, una prótesis que mi señora usa por la noche para no morderse los dientes; e hicimos el chiste con mi hijo de que quería probarse la prótesis porque quizás él también  rechinaba los dientes en la noche.
 Pero la edad y los achaques habían minado ya su salud. Así el 20 de Julio , sucedió lo mismo de  la vez pasada, vomitó totalmente lo que había comido el día anterior y no quería comer. Se le compraron algunos alimentos adecuados a su estado pero no comía, solo bebía. Finalmente el 22 de Julio , mi hijo lo encontró por la tarde sin moverse y con una gran protuberancia en la parte abdominal. Se llevó de emergencia al hospital, donde después de una radiografía se determinó que le había ocurrido una Torción estomacal.
El estómago gira y obstruye totalmente el ingreso de alimentos y hasta de aire, y una parte de él se va inflamando afectando todos sus órganos y lo que les causa un gran dolor. El diagnóstico: gravísimo, y por su edad y el tamaño,  no se recomendaba una operación. De este padecimiento, de los perros que operan  y son jóvenes, solo se salva un 25 %. Recomendación, para que el perro no siguiera sufriendo, había que ponerlo a dormir.
Impactados totalmente y consultando que mas podría hacerse, se llegó a la triste decisión de proceder a lo recomendado. Naturalmente, después de muchas lágrimas, principalmente de Noé José, por su compañero desde pequeño, y nosotros, por haberlo considerado también de la familia. Estuvimos presentes en todo el proceso, doloroso, pero necesario y Blacky , se nos fue el 22 de Julio, aproximadamente a las 8.30 p.m.
Al día siguiente, procedimos con mi hijo a enterrarle en nuestro jardín interior de la casa, esperando que al estar cerca nos ayude a hacer  ésta pérdida más  soportable.
Agradecemos a Dios que nos dio a Blacky  para que  diera principalmente a nuestro hijo, desde temprana edad , la oportunidad de poder compartir juegos, cariño y travesuras con él, así mismo por haberlo cuidado y haber cuidado nuestra casa en todo este tiempo.
 
 Así también, porque estas circunstancias  nos obligan a  reconocer que todos pasamos  por las diferentes etapas de nuestras vidas y que irremediablemente llegaremos a nuestro final, por lo que debemos de aprovechar nuestro tiempo en hacer cosas que hablen bien de nosotros y que puedan servir de ejemplo o de enseñanza para otras personas, para que nos recuerden bien.
Con mucho agradecimiento y un tributo a nuestro perro, que creo que si algunos tienen la oportunidad de leer esta historia, se identificarán con nosotros.
 Noé Monterrosa. Julio de 2015.
                                                                     Noé José y Blacky.

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